POR TOMAS AQUINO MENDEZ.- En mi pueblo aprendí que “no es lo mismo la novia del estudiante, que la esposa del profesional”. He visto muchos ejemplos de esto, claro, también sus excepciones
Cada aspirante presidencial busca, en campaña, granjearse el voto de la mayoría de los ciudadanos. Para eso elabora consignas que lleven confianza a todos.
Promete “gobernar” para todos. “Sin injusticia ni privilegios” levantó como consigna Joaquín Balaguer. “Gobernaré para todos, sin olvidarme de los míos”, prometió el fenecido Antonio Guzmán.
Para no hacer la lista larga, el recién electo presidente, Luis Abinader, prometió un cambio sin traumas ni atropellos.
Cada consigna de un candidato tiene como fin llevar confianza a los votantes que le son adeptos y atraer a los que no lo son.
Garantizar el voto interno y el externo.
En un país como el nuestro hay promesas difíciles de cumplir.
El estado no puede asimilar a toda la militancia de un partido ganador, ni excluir a todos los que están allí desde hace 10, 15, 20 y hasta 30 años, en la práctica, como dice el refrán “no hay cama para tanta gente”.
Muchos de los cuales, incluso votan por el partido opositor del momento, por diversas razones.
Conocedor de esa realidad, las primeras palabras de Luis Abinader, el 5 de julio, al declararse ganador, fueron para llevar tranquilidad a la nación: “en democracia se gana con la mayoría, pero se gobierna para todos y yo, seré el presidente de todos los dominicanos”.
Ciertamente que TODOS GANAMOS si tenemos estabilidad. Se afianza la democracia. Se crean empleos, aumenta la producción, tenemos salud y educación.
El nuevo gobernante tiene la oportunidad privilegiada que no todos los ciudadanos alcanzamos.
Puede ser un gobernante histórico, si como el dijera la noche del 5 de julio, no llega a gobernar para un partido, “sino que lo haremos junto a toda una nación para cambiar a la Republica Dominicana”. Confiemos en él.
EL AUTOR ES PERIODISTA
