Opinión

El PRM no está fuerte, simplemente la oposición es débil

POR DANILO CRUZ PICHARDO.- Es evidente que los procesos judiciales contra la corrupción, implementados por el Ministerio Público, han terminado favoreciendo al Partido Revolucionario Moderno y han afectado, sobre todo, al Partido de la Liberación Dominicana y, en menor medida, a la Fuerza del Pueblo, que preside el doctor Leonel Fernández. Son las propias encuestas que revelan que los electores mayoritariamente se identifican con el combate a las irregularidades y el robo de los recursos estatales.

Desde que iniciaron los casos anticorrupción la imagen del PLD ha estado cada vez más dañada. Nada afecta más a una organización política y a su liderazgo que permanecer más de dos años a la defensiva, una especie de “tiro mortal” a una entidad que, desde que pasaron las elecciones de 2020, no ha tenido respuesta para detener la hemorragia o salida masiva de sus militantes hacia la Fuerza del Pueblo.

En principio la Fuerza del Pueblo era la única beneficiaria del desangramiento del PLD, pero Leonel Fernández no pudo, pese a que era su objetivo, lograr la mudanza completa. Fernández a lo que llegó fue a convertirse en la segunda opción electoral y su aprobación ha estado oscilando entre un 25 a un 34%, que hasta el momento, ese último número, ha sido tu techo.

Hubo un momento en que se pensó que la Fuerza del Pueblo para esta fecha estaría mejor posicionada, pero el discurso del doctor Fernández apenas se limita al tema del alza del costo de los productos de la canasta familiar. No se atreve, para nada, hablar de corrupción pública, un terreno que parece que no le conviene, porque los propios dominicanos encuestados  consideran que en los gobiernos del PLD, de los cuales Leonel fue presidente durante tres períodos (12 años), fueron mucho más corruptos que el presente del PRM.

Al doctor Leonel Fernández se le percibe como aspirante presidencial de excelente formación académica, pero vulnerable en término moral. Además, no ha sabido reciclarse como hizo Joaquín Balaguer para la contienda comicial de 1986, que se rodeó de jóvenes de rostros frescos, de reciente ingreso al Partido Reformista (convertido en social cristiano), los cuales se apostaban todas las noches en la Avenida Georges Washington, es decir, en el malecón capitalino. Entre esos muchachos estuvieron Ito Bisonó y Minú Torres.

Balaguer echó a un lado a todos los militares criminales de los doce años, inclusive a los propios antiguos funcionarios de la administración pública. Todavía Fernández tiene espacio para emular esa estrategia balaguerista, pero el tiempo avanza y a diario se le observa rodeado de un grupo de dinosaurios políticos, personas que les pasó su tiempo y de alto rechazo en la población.

En la Fuerza del Pueblo no se ha registrado la primera juramentación masiva de jóvenes de ambos sexos, sobre todo de nuevos votantes, acontecimiento contagioso, que estimula a los demás muchachos a inscribirse en esa organización. La Fuerza del Pueblo simplemente es nueva de nombre, pero está integrada por personas de muchas millas en la política nacional.

Sin embargo, faltando 11 meses para los comicios presidenciales, sería riesgoso emitir hipótesis tajantes. La experiencia indica que Leonel Fernández se convierte en un gladiador en el tramo de campaña electoral, tiene el respaldo de sectores poderosos de la oligarquía dominicana y también de militares activos y en retiro, por lo que habría que esperar la forma en que evolucionan los acontecimientos y, como si se tratara de un juego de ajedrez, ver las fichas que mueve cada candidato presidencial.

La situación de Abel Martínez es mucho más desfavorable, a pesar de que el PLD tiene estructura en toda la geografía nacional, pero es una estructura que se reduce cada día con la compra de sus alcaldes, de sus regidores, de sus diputados y sus dirigentes que se ofertan en subastas públicas en todo el país. Eso sí, los dirigentes del PLD pueden dar cátedras políticas a los del PRM, pues los militantes del hoy opositor partido se venden al contado. No fían.

El PLD luce moralmente vapuleado y algunos, en ese partido, podrían plantearle a Abel Martínez que renuncie a esa candidatura y se la deje a Temo o a Lidio Cadet, pues para perder no hay necesariamente que sacar muchos votos. No se trata de que Abel sea mal candidato, no. Él es un bonitillo, un aspecto que atrae a muchas electoras, el problema es que la imagen pública de esa organización está en el suelo y revertir esa situación (si es que se logra en el futuro) podría tomarse tiempo.

Los aspirantes presidenciales en ocasiones tienen que presentarse en varias oportunidades, mientras alcanzan una mayor proyección. Lula, en Brasil, llegó a la presidencia de ese país, como candidato del Partido de los Trabajadores, en su cuarta presentación. Abel podría esperar, aunque vaticinar el futuro de él o de cualquier otro aspirante no resulta fácil, máxime ante el dato, filtrado ya, en el sentido de que Danilo Medina e Hipólito Mejía tienen un acuerdo de reforma constitucional, una vez pasen las elecciones, para habilitar al presidente del PLD, que se dice es el dueño de esa reducida franquicia.

Aunque de aquí a mayo de 2024 podrían ocurrir muchas cosas, las encuestas vienen expresando que las posibilidades de segunda vuelta se reducen cada vez más, se esfuman podría decirse. Parece que la competencia del PRM sería con el doctor Leonel Fernández, un hombre que, pese a las adversidades evidentes, tiene agallas y siempre es peligroso. Al momento luce calmado, pero transmitiendo mucha seguridad a sus seguidores. Nada se descarta. Los que piensan que Fernández se quedaría en un 25% están perdidos. En el escenario más desfavorable, pienso yo, se alzaría con un 37 o 38%.

De quien se espera hacer un papel pobre, muy pobre, es del PLD, por la sencilla razón de que los dominicanos no votan para quedar en tercer lugar. El grueso de las contiendas comiciales anteriores sostiene esa tesis. Un buen porcentaje, de lo que queda de la militancia del PLD, se iría una parte con Leonel y otra con el PRM. El PLD podría quedarse finalmente –no se sorprenda con lo que voy a expresar–: con un nueve o diez por ciento.

El PRM se ha beneficiado de la lucha contra la corrupción del Ministerio Público, se le  percibe como menos corrupto que al PLD y la Fuerza del Pueblo, una evidente y favorable comparación con el pasado. Oferta, en ese sentido, una mejor percepción en materia de imagen. Además, dispone del Presupuesto de la Nación.

Sin embargo, esos indicadores, necesariamente, no hacen al PRM fuerte, porque no funciona como partido político, sus dirigentes y militantes deambulan desempleados, sus organismos no se reúnen, ni siquiera su Comisión Ejecutiva. Lo que está pasando, en estos momentos,  es que los partidos de oposición lucen débiles, muy débiles.

Redacción

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