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Melbourne empaña el éxito de Australia ante el coronavirus

Australia es uno de los países más exitosos del mundo en la lucha contra el brote de coronavirus… con una excepción.

El estado suroriental de Victoria impuso algunas de las medidas más duras del país contra la pandemia y fue de los más reacios a levantar las restricciones cuando lo peor del brote parecía haber pasado.

Pero mientras la mayor parte del país salía de las medidas de confinamiento, el virus ha vuelto a expandirse a una velocidad alarmante en la capital de Victoria, Melbourne. La ciudad ha impuesto más medidas extremas y controvertidas, que han provocado descontento y discusiones sobre quién tiene la culpa.

El primer ministro de Victoria, Daniel Andrews, dijo el martes que toda la ciudad y parte de sus alrededores quedarían en cuarentena de nuevo a partir del miércoles por la noche, con restricciones más estrictas que las del primer confinamiento iniciado en marzo.

“En muchos aspectos, ahora estamos en una posición más precaria, desafiante y con potencial de tragedia que hace unos meses”, dijo Andrews.

El pasado fin de semana, unos 3.000 residentes de nueve rascacielos de vivienda pública recibieron un aviso con apenas una hora de margen antes de que se les impidiera salir de sus apartamentos durante al menos cinco días.

“La cantidad de policías nos hace sentir como si fuéramos delincuentes”, dijo Nada Osman, residente en uno de los edificios. “Es abrumador. Da miedo. Es como si estuviéramos enjaulados”.

Desde la semana pasada se han puesto en cuarentena cuarenta suburbios en función de su código postal, de modo que algunos negocios y viviendas están sujetos a confinamiento mientras que los del otro lado de la calle no.

“Hay que trazar la línea en alguna parte, y creo que la mayoría de la gente puede entenderlo”, dijo Maria Iatrou, cuya cafetería quedó limitada a pedidos para llevar porque está justo donde comienza un suburbio, antes de que se anunciara la cuarentena en toda la ciudad.

“Pero eso no borra nada de la frustración y la decepción asociadas a tener que vivir de nuevo con estas restricciones porque tenemos la mala suerte de pertenecer a uno de esos códigos postales”, añadió.

Las autoridades de Victoria habían sido elogiadas por su agresiva política de pruebas diagnósticas y rastreo de contactos. Investigadores de Melbourne desarrollaron lo que describen como la primera prueba de saliva para el coronavirus, una técnica menos precisa pero más cómoda que la toma de muestras nasales, en un esfuerzo de instar a más gente a aceptar las pruebas ofrecidas puerta a puerta.

Es una situación extraordinaria que plantea dudas sobre cómo pudo la segunda ciudad más grande del país quedar tan rezagada del resto del país.

El país, de 26 millones de personas, ha registrado unos 8.500 casos y sólo 106 muertes por COVID-19.

La mayoría, si no toda la culpa, se centra en los laxos controles en los centros de cuarentena habilitados en dos hoteles de Melbourne.

Los ciudadanos australianos y residentes permanentes regresados del extranjero deben pasar 14 días en una estricta cuarentena en hoteles. El análisis genético de las cepas del virus en focos específicos de contagio indica que el creciente brote en la ciudad procede de los guardas y huéspedes de uno de los hoteles de cuarentena.

Las voces críticas con el gobierno del estado culpan a la decisión de emplear contratistas de seguridad privada para hacer cumplir la cuarentena.

Sydney, la ciudad más grande de Australia y que al inicio de la pandemia tenía el mayor número de casos diarios en el país, recurrió a policías y militares para vigilar los hoteles, aparentemente con más éxito.

Según reportes en medios, las empresas de seguridad contratadas por el gobierno de victoria cobraron por guardias que no se desplegaron y hubo empleados tuvieron relaciones sexuales con huéspedes en cuarentena o permitieron que las familias cambiaran de habitación para jugar a las cartas.

El gobierno de Victoria ha acallado en gran parte el debate público sobre qué salió mal al nombrar a un juez retirado para dirigir una investigación. Las autoridades afirman que no sería apropiado hacer comentarios sobre el tema hasta que el juez presente sus hallazgos el 25 de septiembre.

Pero el gobierno admitió fallos en el control de contagios y ha cambiado su sistema. Ahora son funcionarios de prisiones los que supervisan las cuarentenas en hoteles, y ya no se permite la entrada de viajeros internacionales por el aeropuerto de Melbourne.

El primer ministro ha defendido sus planes de contratar a empleados de vuelo de Qantas que se han quedado sin trabajo para que colaboren con los guardias de prisiones en los hoteles de cuarentena, pese a las quejas de los sindicatos de que los trabajadores apenas recibieron instrucción.

“Hay muy pocos grupos de personas que se tomen la seguridad más en serio y que conozcan y comprendan los protocolos de seguridad y los entornos dinámicos y la necesidad de seguir siempre las normas que los que trabajan en nuestro sector de aviación”, afirmó.

Victoria no es el único estado australiano donde la baja seguridad de las cuarentenas ha quedado al descubierto. En abril, un viajero de 35 años que había vuelto del extranjero a Australia Occidental se convirtió en la primera persona encarcelada por incumplir una orden de cuarentena, después de que las imágenes de una cámara de seguridad mostraran que había utilizado una salida de incendios para escapar de un hotel de Perth y visitar a su novia. Ningún estado salvo Victoria ha tenido un foco de infección derivado de fallos en los hoteles de cuarentena.

Catherine Bennett, epidemióloga de la Universidad Deakin de Melbourne, dijo que la ciudad podría haber tenido un éxito similar al resto de Australia y casi eliminar los contagios locales de no ser por las infracciones de cuarentena, que permitieron que los guardas de seguridad se llevaran el virus con ellos a sus casas de los suburbios.

“Hemos tenido a varias personas (infectadas) que llevaron el virus a casa al mismo tiempo, a familias de varios hogares, justo después de que Victoria suavizara sus restricciones”, dijo Bennett, que vive fuera de los 40 suburbios en cuarentena.

Las autoridades de Victoria se preguntan cuántos vecinos de Melbourne mantendrán el distanciamiento social durante su segundo confinamiento, mientras ven al resto de Australia levantar las restricciones.

Australia intenta contener más que erradicar el COVID-19. Se espera que haya brotes y la estrategia es aislar a los infectados identificando y rastreando los casos.

Iatrou señaló, antes de que se conociera el nuevo cierre de actividad, que negocios como el suyo no son el problema, pero se ven obligados a soportar una enorme carga financiera.

El ánimo era muy diferente en marzo cuando el resto del país compartía la carga.

“Esta vez es un ambiente muy diferente. Se ha vuelto más una situación más de ‘nosotros y ellos’ cuando antes era sólo ‘nosotros’”, explicó.

AP

Redacción

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