Opinión

PN: lo primero debe ser extirpar de raíz el cáncer que padece, el de la corrupción  

POR ORION MEJIA.- No dudo de la voluntad del presidente Luis Abinader de promover reformas profundas en la Policía Nacional ni de su evidente enojo porque ese proceso aun no arroja resultados, y menos aun de su  proclama de que esas transformaciones van producirse “sin importar el costo político que implique”.

Creo  que el mandatario se ha apegado a un libro sobre cirugía general   en cuerpos policiales presentado por un especialista español a quien ha encargado producir una incisión profunda en la anatomía de esa institución a los fines de  localizar el cáncer y sus metástasis.

Personalidades e instituciones nacionales han sido  encargadas por el Presidente para que  levanten  el diagnostico global sobre las diversas dolencias o falencias acumuladas por la Policía en más de ocho decadas, algunas de las cuales se han agravado grandemente.

He leído sobre hallazgos preocupantes  en asuntos relacionados con  salarios, carencia de equipos, deplorables condiciones de destacamentos y sedes policiales, excesos de personal con rangos superiores e inamovilidad de ese cuerpo para promover cercanía con la población.

Los especialistas que auscultan a ese cuerpo enfermo no parece haber empleado tiempo suficiente al estudio del historial de la Policía, o al menos no han puesto en relevancia que esa institución nació con el germen de la represión política, un mal genético que se agravó con  el virus de la corrupción.

Varias generaciones de dominicanos  sufrieron los resabios represivos  de una policía formada y diseñada para aplastar ideologías y servir de soporte a regímenes de oprobios que inculcaron el ejercicio de derechos fundamentales.

Ese cuerpo ha convulsionado con la muerte de al menos tres jóvenes no definidos como delincuentes después de estar detenidos en destacamentos policiales, con el agravante de que  en cada caso el alto mando directivo de la institución pretendió ocultar evidentes homicidios.

Esas tres muertes por golpizas en recintos policiales han motivado el enojo presidencial y el hartazgo de la ciudadania ante los recurrentes casos de violaciones a derechos en que incurren agentes y oficiales sin que opere un régimen de consecuencia.

Es claro que el presidente Abinader va a continuar contra vientos y mareas su proyecto de reforma policial, que debería contar con el respaldo ciudadano, aunque desde esta columna se sugiere un cambio  de enfoque al diagnóstico y a la cirugía.

La policía es todo lo que se ha dicho, incluido que buena parte de su personal es rescatable desde el punto de vista técnico y moral, pero también debe advertirse que lo primero debe ser extirpar de raíz el cáncer que padece, el de la corrupción.

A reserva de volver sobre el tema.

Redacción

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